El color es, en primer lugar, un atributo o una cualidad de la luz. Luz y color son por tanto dos conceptos inseparables. Cuando decimos que un objeto “es” de un determinado color, nos referimos al modo en que es capaz de modificar esa cualidad cuando refleja o cuando transmite luz. Por ello, para hablar del color, debemos empezar por preguntarnos qué es la luz. Llamamos luz a una clase de energía que es capaz de estimular el sentido de la visión humana.
El “factor humano” es por tanto fundamental en ambos casos. Las unidades que miden la intensidad u otras características de la luz (o del sonido) no representan magnitudes físicas fundamentales, sino que están “adaptadas” para coincidir en lo posible con nuestras sensaciones. A pesar de este empeño, las diferencias fisiológicas, psicológicas, circunstanciales y culturales de los seres humanos son inevitables y afectan a nuestra percepción tanto de la luz como del sonido.
Cada persona percibe la luz y el color de un modo más o menos distinto. Para algunos daltónicos, por ejemplo, es imposible distinguir el rojo del verde. Tampoco entre personas con visión “normal” habrá siempre unanimidad a la hora de valorar si dos colores son o no iguales, e incluso la misma persona puede tener opiniones diferentes bajo distintas condiciones o con el paso de los años.
Numerosas ilusiones ópticas demuestran que en ocasiones, afectada por el entorno y por la experiencia, nuestra visión nos confunde, y en lugar de mostrarnos la realidad puede alejarnos de ella. La apreciación de los colores no es inmune a estos fenómenos.
El color y la Naturaleza de la Luz:
Las partículas cargadas eléctricamente producen una perturbación u onda electromagnética en el espacio cuando se desplazan. A diferencia de las ondas responsables del sonido, que avanzan haciendo vibrar la materia, el calor irradiado, la luz o las ondas de radio son perturbaciones electromagnéticas capaces de atravesar el vacío. Esto sucede porque, además de como ondas, se comportan también como partículas viajeras capaces de transportar energía de un lugar a otro. (Decir que los fotones, las partículas transmisoras de la luz, se desplazan en el vacío a la velocidad de la luz parece una redundancia).
Las moléculas en movimiento, con sus cargas eléctricas asimétricas, emiten radiación electromagnética. Cuando su energía es relativamente baja, decimos que irradian calor. Si aportamos más calor, la temperatura aumentará. Esto significa que se incrementará la velocidad de las moléculas, la frecuencia de la radiación será mayor y los fotones emitidos tendrán mayor energía. A partir de la temperatura de incandescencia, las radiaciones se volverán visibles. Después, para energías mucho mayores, dejarán de serlo.
Existen, además del calor, otras fuentes de fotones visibles: tubos fluorescentes, quimioluminiscencia (provocada por determinadas reacciones químicas) o bioluminiscencia (producida por organismos vivos: peces, bacterias o luciérnagas).
Dicho lo anterior, la mayor parte de los fenómemos ópticos (reflexión, transmisión, difracción, refracción, polarización, interferencia...) se estudian considerando el comportamiento ondular de la luz y dejando al margen su vertiente discontinua como partícula o corpúsculo (fotón). Esto también es cierto cuando nos referimos al color.
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